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lunes, 15 de diciembre de 2008

La sAbAnA SaNtA De tURiN II

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La sábana santa de Turín

El estado actual de las investigaciones y descubrimientos en torno a la Sábana Santa de Turín es bastante más complejo de lo que algunos pretenden hacernos creer. Para algunos medios de "información" parece que todo lo que se sabe de la Santa Síndone empieza y acaba en la rueda de prensa del 13 de Octubre de 1988, en la que el Cardenal Ballestrero hizo público el resultado de la datación por el método del Carbono 14. Los titulares de algunas publicaciones de aquellos días (y la propia TVE) llegaron a decir que la Santa Sede reconocía oficialmente que la Síndone era una falsificación medieval. Bastaría repasar la declaración oficial efectuada por el, entonces, Obispo de Turín para ver que tal cosa no puede deducirse de sus palabras. Es más, posteriormente (el 28 de Abril de 1989) S.S. Juan Pablo II en una rueda de prensa improvisada a bordo del avión en su viaje a Madagascar rechazó que la Síndone pueda considerarse como un simple icono: "La Iglesia nunca se ha pronunciado en este sentido. Siempre ha dejado la cuestión abierta a todos aquellos que quieran demostrar su autenticidad. Yo creo que es una reliquia."Consecuentemente con esta posición, se han organizado dos ostensiones (exposiciones públicas) de la Sábana Santa en fechas próximas; del 18 de Abril al 31 de Mayo de 1998 y del 29 de Abril al 11 de Junio del año 2000. La anterior ostensión, que coincidió casualmente con el último cónclave, fue realizada en 1978 y reunió a más de 3.000.000 de personas en la Catedral de Turín en cuarenta y dos días. No hay, por tanto, cambio alguno respecto a la posición tradicional de la Iglesia. Nunca se ha pedido a los católicos que piensen de una determinada manera en este tema, que no es dogma de fe, ahora tampoco. Sin embargo, para opinar es necesario conocer lo que la ciencia ha venido diciéndonos en los últimos tiempos sobre la Síndone de Turín. Todo ello sigue siendo verdad.

LA FOTOGRAFÍA

El primer descubrimiento cabe atribuirlo, sin duda, al abogado italiano Secondo Pía. Su contribución fue muy simple desde el punto de vista material, pero resultó revolucionaria. Pía se limitó a realizar, en 1898, la primera fotografía de la Síndone.

Al examinar la placa que contenía el negativo fotográfico quedó desconcertado: La inversión del claroscuro, que ordinariamente se produce en la placa fotográfica, servía en este caso para mostrar el verdadero carácter de la figura (que aparecía extraña y borrosa cuando se contemplaba la Sábana al natural). Para que pudiera verse la imagen que aparecía en la placa que sostenía en las manos era necesario que en la tela se hubiera "estampado" la figura del crucificado con el claroscuro al reves, pues en el negativo fotográfico aparecía el positivo óptico de la impronta.

Se podían apreciar ahora todos los detalles; por fin era una imagen comprensible. Este fenómeno se da siempre que se fotografía la Síndone, y parece innecesario recalcar que no existe antecedente alguno comparable con este caso. No se conoce en la Historia de la iconografía, anterior al siglo veinte, de ningún artista que realizara su obra invirtiendo el claroscuro. El propio sentido de la negatividad de una imagen es contemporáneo a la aparición de la fotografia (e inconcebible para un artista medieval). ¿Qué sentido tendría en el siglo XIII realizar algo así, teniendo en cuenta que los contemporáneos no lo entenderían?. ¿Quién sería capaz de hacer algo semejante, dado el ínfimo desarrollo del realismo anatómico en la iconografía medieval?

LA MEDICINA TAMBIÉN SE INTERESA POR LA SÍNDONE

El descubrimiento de Pía suponía un gran hallazgo para la medicina, porque la imagen que aparece en el negativo fotográfico permitía un estudio minucioso de las diferentes heridas que se aprecian en el cuerpo del "Hombre de la Síndone".

El primer cirujano que comprobó la absoluta exactitud anatómica de esas heridas fue el Profesor de Anatomía Comparada de la Sorbona Yves Delage (de la Academia de Ciencias de París) un convencido agnóstico. Para él no existía la menor duda de que sólo un hombre que hubiera padecido los tormentos físicos de Jesús podría haber dejado tales huellas.

Son ya una multitud los médicos que, a lo largo de este siglo, ha corroborado estas afirmaciones: desde los pioneros como Pierre Barbet (cirujano del Hospital de S. José de París), o Giovanni Judica Cordiglia (profesor de Medicina Legal de la universidad de Milán), hasta los más próximos a nosotros, -que han podido comprobar sobre la propia tela sus afirmaciones- como el Dr. Robert Bucklin (medico forense, patólogo del Hospital de Los Angeles, California), el Dr. Rudolf W. Hynek (de la Academia de medicina de Praga) o el Dr. Pier Luigi Baima Bollone (profesor de Medicina Legal de la Universidad de Turín) todos coinciden.

Un resumen somerísimo de las contundentes aseveraciones de todos ellos, partiría de considerar que las heridas son anatómicamente perfectas, pero más importante sería constatar que contienen una gran cantidad de detalles desconocidos en la Edad Media, por ejemplo el halo de suero alrededor de las manchas de sangre -no visible a simple vista- salpicaduras y sinuosidades de los regueros sanguíneos, el hinchazón del abdomen -típico de la asfixia- etc...

Algunos aspectos de la imagen describen al ajusticiado con peculiaridades en clara contradicción con las representaciones de Cristo corrientes en la Edad Media. La ciencia moderna reconoce hoy que tales características son un signo de autenticidad porque muestran detalles -en los que no había reparado nadie- perfectamente ajustados a la realidad de la muerte del Crucificado (corona de espinas en forma de casco, clavos de las manos en el carpo - único punto en el que se podría sostener el crucificado en la cruz- y no en las palmas, lanzada en el costado derecho y no en el izquierdo...). Hechos como el de representar a Cristo completamente desnudo incluso hubiera supuesto un escándalo. Son muchas las lesiones que aparecen reflejadas con plena exactitud.

Citaremos algunas para que se constate hasta qué punto se da la pormenorización en todos los detalles:

*El cartílago de la nariz aparece roto y desviado a la derecha. Podría deberse a una caída, pues se han encontrado restos microscópicos de tierra de las mismas características físicas que la de Jerusalén en este lugar, en la rodilla izquierda y las plantas de los pies.

*Bajo la región cigomática o malar derecha aparece una gran contusión. Los especialistas lo consideran el efecto que produciría un bastonazo propinado por un palo corto y redondo de 4-5 centímetros de diámetro.

*En el resto de la cara aparecen diversas escoriaciones especialmente en la mejilla derecha y la región frontal.

*Sobre las arcadas supra orbitarias hay llagas contusas iguales a las que producirían puñetazos o palos. El arco ciliar derecho está tumefacto, hinchado. Las marcas sangrantes de la corona de espinas muestran más de 50 orificios. Los más importantes se corresponden exactamente con venas y arterias reales. (Piénsese que en la Edad Media se desconocía la circulación de la sangre, por ejemplo).

*A lo largo de todo el cuerpo pueden verse marcas idénticas a las que dejaría el instrumento que utilizaban los romanos para flagelar a un reo: el Flagrum taxillatum (objeto que no se usaba en la edad media y que se conoce en nuestros días por haber sido encontrado en escavaciones arqueológicas). El profesor Bollone ha podido contar más de 600 contusiones y heridas en todo el cuerpo y se cuentan las marcas de los azotes en unos 120. (Al estilo romano, pues los judíos no daban más de 40).

*La herida del costado tiene una forma elíptica del mismo diámetro que una lanza romana: 4.4 cm x 1.4 cm. (el hecho de estar en el costado derecho se explicaría por la práctica romana de dar este golpe a un enemigo que protege su corazón con el escudo que lleva en la izquierda).

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